Wednesday, September 4, 2019


El feminismo y la “Igualdad de género”
metidos en la congregación
…También un llamado al varón que retome su lugar
Por Gianella Sánchez

Intro:
Mi deseo más grande es edificar a las mujeres para que volvamos a ser las que Dios nos ha escogido; Jesús ama a las mujeres y nos da un trato más sutil porque somos vasos más frágiles. Mi deseo más grande es que recapacitemos y nos humillemos ante la poderosa mano del Señor para poder ver su Gloria. Estimo a las hermanas que fervientemente aman al Señor y desean servirle. Con todo, debemos ir corrigiéndo muchas áreas en nuestras vidas para el crecimiento del cuerpo de Cristo. ¡A la ley y al testimonio mis hermanas, si no hablamos conforme a su Palabra, es porque no nos ha amanecido!
El feminismo impone que las mujeres tenemos la misma capacidad de los hombres y podemos hacer lo mismo que ellos hacen. La igualdad de género nos dice que los sexos no importan y realmente no existe diferencia entre un hombre y una mujer, que al hacer una diferencia se está discriminando. Esto nos lleva a la palabra “homosexualismo” donde “homo” significa igual sin distinción alguna. Estas doctrinas son la raíz que conducen al sodomismo y poco a poco a la perversión total de una sociedad. Recordemos que “un poco de levadura leuda toda la masa” (Gal 5:9)

El Sueño
Una vez el Señor me dió un sueño donde yo entraba a un gran evento donde había una tarima en el centro, desde ahí había alguién ministrando a todos los que estaban en ese evento pero no lograba verle el rostro porque la gente me tapaba la visión. Sabía que era una mujer muy autoritaria que ordenaba a todos que alabaran a Dios y que alzaran su voz. Entonces decidí acercarme más para verle la cara a esta mujer que “parecía y sonaba” piadosa; cuando le ví el rostro , ví que estaba lleno de maquillaje exagerado mostrando sus piernas con una vestimenta indecorosa. En mi corazón me confundí y quise salir de allí pero no podía porque sentía que toda esa multitud me iba a juzgar como “mala Cristiana”. Sin embargo, vino la convicción de Dios en el sueño y me fuí saliendo de esa multitud hasta llegar a la puerta donde todas las guardias de seguridad eran mujeres con minifaldas y llenas de maquillaje como vestidas para un “circo”. Al salirme por completo sentí la verdadera libertad de Dios en mi ser porque había salido de un evento fantástico pero no real porque afuera encontré personas que criticaban a los cristianos por su forma tan superficial de ser y yo les decía que no todos eramos así. Inmediatamente, sentí la presencia de Dios en el sueño y me desperté llorando.

Así muchas mujeres viven ahora, un mundo fantástico y utópico donde ellas tienen el mando y el gobierno de la iglesia y donde ningún hermano les puede decir nada porque son ellas las que están a cargo. Un mundo ilusorio donde ellas son las protagonistas del show y los antagonistas somos los que tememos las Palabras del Señor y no nos queremos someter a ese sistema por amor a Jesucristo.

Estas mujeres sensuales (sensual es alguién que llama a los sentidos de la carne, emociones, etc) y los hombres que las aplauden y las apoyan están desordenando a la iglesia del Señor que tiene un modelo ya establecido. Ellos sacan de contexto el siguiente texto:
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gál 3:28

Es cierto, todos somos uno en Cristo porque El nos redimió con su sangre no haciendo acepción de personas para salvar a mujeres y a hombres, no importando pueblo y nación. Sin embargo, esto no nos hace iguales a los varones en creación y propósito. Debemos entender que existe un orden, un modelo, y organización que Dios ha diseñado para complementarnos unos a otros, no para estar en guerra. El hombre no tiene lo que una mujer tiene; la mujer tampoco tiene lo que el hombre ya tiene. Biológicamente no somos iguales, acaso ¿no es ésta una señal suficiente de Dios? En cuanto a lo biológico, las mujeres somos más finas en el tamaño de nuestras extremidades y poseemos una voz más delicada que los hombres…¿será esto mera coincidencia? También tenemos una piel más delgada y bellos más delgados que ellos, una de las razones por la cuál ellos producen más testosterona (hormona masculina) y nosotros más estrógenos (hormona femenina). Si hay una caja de 50 libras ¿quién crees que lo cargaría con más facilidad y rapidez? Todas estas cosas y mucho más son el claro ejemplo que Dios nos está comunicando que somos diferentes por una razón. Y esa diferencia es complementaria, no conflictiva. Es el diablo que gobierna el mundo y sus huecas filosofías que nos susurra al oído: “No te dejes, tu también puedes ser igual que él, revélate y sé cabeza también”

Si seríamos “iguales” entonces…¿Porque Dios creó al varón primero? ¿Acaso la Biblia no dice que Eva vino después por causa de Adán? Osea fuimos creadas porque Adán necesitaba una ayuda, no una que se igualara a él. Así es, ¡desiste y cumple con tu ministerio mujer!

 “Porque Adán fue creado[h] primero, después Eva. 14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia.” 1 Timoteo 2:14

Cuanta falta hacen las mujeres que se ocupen del hogar y eduquen bien a sus hijos en el temor del Señor. Creo firmemente que la mujer puede trabajar pero la prioridad es permanecer en su hogar para formar hombres y mujeres de Dios. Las hermanas ahora están tan ocupadas en tantas actividades que Dios no las ha mandado “dando conferencias” y siendo “pastoras”, liderando hombres y vociferando como leones rugientes. Cuando viene el “día de la madre”, las iglesias exaltan tanto a la mujer, pero en la práctica no les enseñan a ser verdaderas madres porque ser madre no es solo limpiar la casa y bañar a un niño. Ser madre es educar a tus propios hijos y tomarles tiempo como las madres antiguas que no dejaban a sus hijos con cualquier desconocido para irse a ganar más dinero o ser reconocidas en un puesto, ser madre es también darle ejemplo a los hijos que posición tenemos como mujeres. En esto, el varón tiene mucha responsabilidad porque está dejando su posición de ser cabeza de familia. 

Si bien esta sociedad cree ir hacia adelante con los avances tecnológicos, está yendo hacia atrás con el comportamiento de las masas incluyendo al sistema religioso. Karl Marx, el promotor del comunismo, declaró que cuando existe la diferencia entre el hombre y la mujer en la familia hay división. Para él no debía existir ninguna categoría entre los sexos y declaraba que la sociedad patriarcal debía tener un final. Esta disconformidad con el orden de Dios conduce a otro pensamiento más profundo como la aceptación de la homosexualidad y el lesbianismo, donde el hombre puede sentirse mujer y la mujer se puede sentir hombre. Es un cambio de roles para destruir la familia y donde la mujer se cree dueña de su propio cuerpo y pide a gritos derechos sin límites para matar a su propio bebé en el vientre como el aborto.

No se trata de machismo ni feminismo. Se trata de hacer la voluntad de Dios.

He sido testigo de las consecuencias del pastorado femenino: Una mujer con autoridad superior ordenando a los varones en temas espirituales y amonestándolos como si ella fuera un hombre. Generalmente en este tipo de congregaciones, los hombres tienden a preguntar todo a esa mujer y se crea un trato muy especial a las mujeres en esa congregación. Luego se empiezan a levantar otras mujeres como líderes y en algunas ocasiones llegan a tener más autoridad que el varón en la congregación. Como consecuencia, muchos hombres van perdiendo la autoridad, la masculinidad y la valentía y no se atreven a desafiar el sistema por temor a ser tachados como rebeldes dentro del sistema. Muchos otros ni siquiera se dan cuenta porque así fueron enseñados sin tomar en cuenta las Escrituras.

El clamor del Señor de Isaías 3 se vuelve a repetir: “¡Oh pueblo mío! Sus opresores son muchachos, y mujeres lo dominan. Pueblo mío, los que te guían te hacen desviar y confunden el curso de tus sendas” (Isaías 3:12)

En varias congregaciones, existe demasiado apoyo a las mujeres y a los jóvenes; si bien es cierto que Dios no hace acepción de personas, pero cada uno debe tomar su posición. La mayoría de jóvenes en esta sociedad son neófitos que todavía no están en la capacidad de hacer juicios por falta de experiencia y discernimiento espiritual, por falta de verdadera enseñanza de parte de los ancianos. Sin embargo, se les da mucha cabida cuando debieran estar aprendiendo de los hermanos más ancianos y las jovencitas aprendiendo de las ancianas.

La Biblia me enseña que las mujeres usadas por Dios como Abigail, Rut y las hermanas del Nuevo Pacto nunca se llegaron a levantar por encima de los varones sino eran mujeres sencillas y sumisas llenas de fé con mucho discernimiento espiritual y temor de Dios. Débora no fue una guerrera, fue como una madre para Israel pero no se tomó el protagonismo y le dijo a Barac que tomara su lugar como guerrero.

Por eso éste no es un llamado a los varones a ser fariseos en la letra para maltratar a las mujeres. Tampoco es un llamado a las mujeres para que nos convirtamos en esclavas sin voz ni voto en la sociedad. No es un llamado a que los hombres sean ásperos y necios en el trato con la mujer. Es un llamado a volver cada uno a nuestro lugar: el hombre como cabeza buscando el rostro del Señor para proteger y guíar a la mujer como su ayuda, la mujer como ayuda buscando al Señor para poder ser sumisa, dulce y afable para con su prójimo y sabiéndose someter a su marido para que los dos cumplan el propósito de Dios y siendo sal en este mundo de confusión.

Entendí que el problema de la iglesia que me mostraba el Señor es que la vestimenta y el maquillaje de esas mujeres eran un reflejo espiritual de su condición espiritual. Debemos volver a las sendas antiguas y perseverar en su Verdad para que este mundo no nos ahogue con sus vientos de otras doctrinas.

¡Ya no distorsionemos más su Palabra y pongámonos a cuenta con nuestro Dios porque Jesucristo viene pronto!
4 “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Efesios 5:24-27

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