El feminismo y la “Igualdad de género”
metidos en la congregación
…También un llamado al varón que retome su lugar
Por Gianella Sánchez
Intro:
Mi deseo más grande es edificar a las mujeres
para que volvamos a ser las que Dios nos ha escogido; Jesús ama a las mujeres y
nos da un trato más sutil porque somos vasos más frágiles. Mi deseo más grande
es que recapacitemos y nos humillemos ante la poderosa mano del Señor para
poder ver su Gloria. Estimo a las hermanas que fervientemente aman al Señor y
desean servirle. Con todo, debemos ir corrigiéndo muchas áreas en nuestras
vidas para el crecimiento del cuerpo de Cristo. ¡A la ley y al testimonio mis
hermanas, si no hablamos conforme a su Palabra, es porque no nos ha amanecido!
El feminismo impone que
las mujeres tenemos la misma capacidad de los hombres y podemos hacer lo mismo
que ellos hacen. La igualdad de género nos dice que los sexos no importan y
realmente no existe diferencia entre un hombre y una mujer, que al hacer una
diferencia se está discriminando. Esto nos lleva a la palabra “homosexualismo”
donde “homo” significa igual sin distinción alguna. Estas doctrinas son la raíz
que conducen al sodomismo y poco a poco a la perversión total de una sociedad.
Recordemos que “un poco de levadura leuda toda la masa” (Gal 5:9)
El Sueño
El Sueño
Una vez el Señor me dió un
sueño donde yo entraba a un gran evento donde había una tarima en el centro,
desde ahí había alguién ministrando a todos los que estaban en ese evento pero
no lograba verle el rostro porque la gente me tapaba la visión. Sabía que era
una mujer muy autoritaria que ordenaba a todos que alabaran a Dios y que
alzaran su voz. Entonces decidí acercarme más para verle la cara a esta mujer
que “parecía y sonaba” piadosa; cuando le ví el rostro , ví que estaba lleno de
maquillaje exagerado mostrando sus piernas con una vestimenta indecorosa. En mi
corazón me confundí y quise salir de allí pero no podía porque sentía que toda esa
multitud me iba a juzgar como “mala Cristiana”. Sin embargo, vino la convicción
de Dios en el sueño y me fuí saliendo de esa multitud hasta llegar a la puerta
donde todas las guardias de seguridad eran mujeres con minifaldas y llenas de
maquillaje como vestidas para un “circo”. Al salirme por completo sentí la
verdadera libertad de Dios en mi ser porque había salido de un evento
fantástico pero no real porque afuera encontré personas que criticaban a los
cristianos por su forma tan superficial de ser y yo les decía que no todos
eramos así. Inmediatamente, sentí la presencia de Dios en el sueño y me
desperté llorando.
Así muchas mujeres viven
ahora, un mundo fantástico y utópico donde ellas tienen el mando y el gobierno
de la iglesia y donde ningún hermano les puede decir nada porque son ellas las
que están a cargo. Un mundo ilusorio donde ellas son las protagonistas del show
y los antagonistas somos los que tememos las Palabras del Señor y no nos
queremos someter a ese sistema por amor a Jesucristo.
Estas mujeres sensuales
(sensual es alguién que llama a los sentidos de la carne, emociones, etc) y los
hombres que las aplauden y las apoyan están desordenando a la iglesia del Señor
que tiene un modelo ya establecido. Ellos sacan de contexto el siguiente texto:
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gál 3:28
Es cierto, todos somos uno
en Cristo porque El nos redimió con su sangre no haciendo acepción de personas
para salvar a mujeres y a hombres, no importando pueblo y nación. Sin embargo, esto
no nos hace iguales a los varones en creación y propósito. Debemos entender que
existe un orden, un modelo, y organización que Dios ha diseñado para
complementarnos unos a otros, no para estar en guerra. El hombre no tiene lo
que una mujer tiene; la mujer tampoco tiene lo que el hombre ya tiene. Biológicamente
no somos iguales, acaso ¿no es ésta una señal suficiente de Dios? En cuanto a
lo biológico, las mujeres somos más finas en el tamaño de nuestras extremidades
y poseemos una voz más delicada que los hombres…¿será esto mera coincidencia?
También tenemos una piel más delgada y bellos más delgados que ellos, una de
las razones por la cuál ellos producen más testosterona (hormona masculina) y nosotros
más estrógenos (hormona femenina). Si hay una caja de 50 libras ¿quién crees
que lo cargaría con más facilidad y rapidez? Todas estas cosas y mucho más son
el claro ejemplo que Dios nos está comunicando que somos diferentes por una
razón. Y esa diferencia es complementaria, no conflictiva. Es el diablo que
gobierna el mundo y sus huecas filosofías que nos susurra al oído: “No te
dejes, tu también puedes ser igual que él, revélate y sé cabeza también”
Si seríamos “iguales”
entonces…¿Porque Dios creó al varón primero? ¿Acaso la Biblia no dice que Eva
vino después por causa de Adán? Osea fuimos creadas porque Adán necesitaba una
ayuda, no una que se igualara a él. Así es, ¡desiste y cumple con tu ministerio
mujer!
“Porque Adán fue creado[h] primero, después Eva. 14 Y Adán no fue
el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en
transgresión. 15 Pero
se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia.” 1 Timoteo 2:14
Cuanta falta hacen las
mujeres que se ocupen del hogar y eduquen bien a sus hijos en el temor del
Señor. Creo firmemente que la mujer puede trabajar pero la prioridad es
permanecer en su hogar para formar hombres y mujeres de Dios. Las hermanas
ahora están tan ocupadas en tantas actividades que Dios no las ha mandado
“dando conferencias” y siendo “pastoras”, liderando hombres y vociferando como
leones rugientes. Cuando viene el “día de la madre”, las iglesias exaltan tanto
a la mujer, pero en la práctica no les enseñan a ser verdaderas madres porque
ser madre no es solo limpiar la casa y bañar a un niño. Ser madre es educar a
tus propios hijos y tomarles tiempo como las madres antiguas que no dejaban a
sus hijos con cualquier desconocido para irse a ganar más dinero o ser reconocidas
en un puesto, ser madre es también darle ejemplo a los hijos que posición
tenemos como mujeres. En esto, el varón tiene mucha responsabilidad porque está
dejando su posición de ser cabeza de familia.
Si bien esta sociedad cree
ir hacia adelante con los avances tecnológicos, está yendo hacia atrás con el
comportamiento de las masas incluyendo al sistema religioso. Karl Marx, el promotor
del comunismo, declaró que cuando existe la diferencia entre el hombre y la
mujer en la familia hay división. Para él no debía existir ninguna categoría
entre los sexos y declaraba que la sociedad patriarcal debía tener un final. Esta
disconformidad con el orden de Dios conduce a otro pensamiento más profundo
como la aceptación de la homosexualidad y el lesbianismo, donde el hombre puede
sentirse mujer y la mujer se puede sentir hombre. Es un cambio de roles para
destruir la familia y donde la mujer se cree dueña de su propio cuerpo y pide a
gritos derechos sin límites para matar a su propio bebé en el vientre como el
aborto.
No se trata de
machismo ni feminismo. Se trata de hacer la voluntad de Dios.
He sido testigo de las
consecuencias del pastorado femenino: Una mujer con autoridad superior
ordenando a los varones en temas espirituales y amonestándolos como si ella
fuera un hombre. Generalmente en este tipo de congregaciones, los hombres
tienden a preguntar todo a esa mujer y se crea un trato muy especial a las
mujeres en esa congregación. Luego se empiezan a levantar otras mujeres como
líderes y en algunas ocasiones llegan a tener más autoridad que el varón en la
congregación. Como consecuencia, muchos hombres van perdiendo la autoridad, la
masculinidad y la valentía y no se atreven a desafiar el sistema por temor a ser
tachados como rebeldes dentro del sistema. Muchos otros ni siquiera se dan
cuenta porque así fueron enseñados sin tomar en cuenta las Escrituras.
El clamor del Señor de
Isaías 3 se vuelve a repetir: “¡Oh pueblo mío! Sus opresores son muchachos,
y mujeres lo dominan. Pueblo mío, los que te guían te hacen desviar y confunden
el curso de tus sendas” (Isaías 3:12)
En varias congregaciones,
existe demasiado apoyo a las mujeres y a los jóvenes; si bien es cierto que
Dios no hace acepción de
personas, pero cada uno debe tomar su posición. La mayoría de jóvenes en esta
sociedad son neófitos que todavía no están en la capacidad de hacer juicios por
falta de experiencia y discernimiento espiritual, por falta de verdadera
enseñanza de parte de los ancianos. Sin embargo, se les da mucha cabida cuando
debieran estar aprendiendo de los hermanos más ancianos y las jovencitas
aprendiendo de las ancianas.
La Biblia me enseña que
las mujeres usadas por Dios como Abigail, Rut y las hermanas del Nuevo Pacto
nunca se llegaron a levantar por encima de los varones sino eran mujeres
sencillas y sumisas llenas de fé con mucho discernimiento espiritual y temor de
Dios. Débora no fue una guerrera, fue como una madre para Israel pero no se
tomó el protagonismo y le dijo a Barac que tomara su lugar como guerrero.
Por eso éste no es un
llamado a los varones a ser fariseos en la letra para maltratar a las mujeres.
Tampoco es un llamado a las mujeres para que nos convirtamos en esclavas sin
voz ni voto en la sociedad. No es un llamado a que los hombres sean ásperos y
necios en el trato con la mujer. Es un llamado a volver cada uno a nuestro
lugar: el hombre como cabeza buscando el rostro del Señor para proteger y guíar
a la mujer como su ayuda, la mujer como ayuda buscando al Señor para poder ser
sumisa, dulce y afable para con su prójimo y sabiéndose someter a su marido
para que los dos cumplan el propósito de Dios y siendo sal en este mundo de
confusión.
Entendí que el problema de la iglesia que me mostraba
el Señor es que la vestimenta y el maquillaje de esas mujeres eran un reflejo
espiritual de su condición espiritual. Debemos volver a las sendas antiguas y
perseverar en su Verdad para que este mundo no nos ahogue con sus vientos de
otras doctrinas.
¡Ya no distorsionemos más
su Palabra y pongámonos a cuenta con nuestro Dios porque Jesucristo viene
pronto!
4 “Así que, como la iglesia
está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25 Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.” Efesios 5:24-27




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